Hoy me gustaría contar una historia más de mi compañero Holmes. Sé que por mucho que la cuente, será algo difícil de creer; pues empecemos por el principio.
La semana pasada, Holmes fue
a ver a su amigo Lestrade, el cual estaba buscando a un culpable de robo. Él le recibió con una i
nmensa sonrisa en la cara, que a la vez decía:
-¡¡PIE, PIE!!-Decía con entusiasmo-¡PIE! ¡He encontrado la ma
rca de un pie!
-Interesante- Dijo Holmes con tono pensativo, mientras se llevaba la mano a la barbilla- D
ámela, la llevaré a mi laboratorio y la estudiar
é, investigaré de inmediato quién fu
e el culpable y pagar
á por lo que ha hecho.
Lestrade, algo asustado, se apresuró
a decir:
-Se... será mejor que...que la anali...analice yo, ¿no cre
e?-Holmes puso otra vez su
cara pensativa y unos ojos fijos en como temblaban las manos de Lestrade que vovió
a abrir la boca que decía- Es que ve...vea usted, se...señor, este es mi...mi caso y me...me
gustaría resolverlo por...por m
í mismo.
Sherlock empezó a dudar de qu
e Lestrade o estaba ocultando a alguien, o estaba intentando disimular que
él era el culpable, entonces a Holmes se le empezaron a venir cosas a la cabeza, como los trozos de queso que vi
o en el suelo, o que la medida de la huella era exactamente la misma que la de Lestrade, y que encima se la había enseñado en su propia casa y no en la escena del crimen. A Holmes le encajó todo y dijo con el dedo hacia arriba.
-¡LESTRADE, ERES EL CULPABLE!- ya con el dedo fijo en Lestrade, y una cara
como que de asco repitió esto- S
í, sí, Lestrade, muy inteligente, que yo sepa te gusta el queso
¿no?- a Sherlock se le escapó una pequeña carcajada y continuó- En el sitio del crimen
había restos de queso, y también esta huella de aquí tiene la misma medida que tu pie
y además no está en el escenario del crimen, ¿verdad?- Lestrade estaba sin palabras y
de inmediato se quedó sin trabajo y se fu
e a la cárcel.